Corrían los primeros meses del aciago 2011 y recibí un llamado telefónico de mi amigo Daniel. Se encontraba viviendo en Mar del Plata, en una linda casa a pocas cuadras del centro, y que con el paso del tiempo y las circunstancias que pasare a narrar me hicieron conocer.
El motivo del llamado era que, enterándose por las revistas y los avisos de internet, que el glorioso grumete Derecho Viejo, estaba a la venta, me pedía que lo fuera a ver.
El barco estaba en tierra, en el Club Náutico Berisso (La Plata), y al parecer necesitaba de algunas reparaciones.
Ahí nomás me comprometí con Daniel y el sábado siguiente encaré con el auto para el náutico Berisso.
Pero ¡qué lindo y bucólico lugar!
Entrada libre y gratuita saludos con los parroquianos y allí estaba el “guerrero en reposo”.
Agarré una escalerita y con mucho tino me puse a ver los interiores y arreglos. El barco se encontraba completo, Tenía una chubasquera que cubría el cockpit, su botavara armada y unos bellísimos molinetes que me parecieron de soling o de dragón, con las manijas adosadas.
Estaba en ese tema, disfrutando del tibio y fragante olor a madera, cuando percibo que alguien me estaba mirando. Giro la cabeza y una mujer muy bien parecida, ojos claros y tristes, me mira y sin decir nada ladea su rostro enjugando unas lágrimas.
Sorprendido y avergonzado me disculpo y titubeando le exprese quién era y a qué venia.
Respondió – ya repuesta y con una tímida sonrisa- que me conocía por haber corrido en los grumetes, y que nosotros éramos rivales con el aleluya.
-mira tranquilo, el mástil está en el galpón, y las velas guardadas en casa. Pausa incomoda: mi marido, el “negro”–ahí saque que ella era Raquel de Luca—está muy enfermo e internado.
Azorado, perplejo baje del barco para ver el mástil. En ese momento Raquel desapareció de mi vista. Este estaba colgado y yo sabía que lo había construído el carpintero platense: lindísimo con relinga embutida y drizas internas.
Al día siguiente Daniel me llama y ahí le pase el parte. Tajante me contesto que lo compraría y que lo ayudara en el transporte. No hizo falta. ¡Las negociaciones con los Meroni continuaron y el “Derecho Viejo”! Se fue al varadero del Centro Naval de Olivos.
Nada supe de estos episodios, y las ocupaciones, la distancia y el ajetreo cotidiano me hicieron perder contacto. En aquel entonces yo tenía al “taita” y estaba de lo más ocupado corriendo las regatas con Agustin Bianchi y Diego Gneri.
Pasaron los años, y muchos acontecimientos se sucedieron: regatas, preparación del libro, trabajo, familia, alguna que otra incursión en la compra de algún velero de orza, etc etc
Hasta que… por allá en el 2015: cómo me he de olvidar, aparece en el mercado libre las fotos del G 271 navegando en el Centro Naval y al mando mi amigo Daniel, Con mayor y foque en un cálido día otoñal. A la venta el barco…!!!
A las pocas horas agarre el teléfono y me atiende Máximo, el mayor de los chicos de pisa. Le recuerdo quien soy y me dice que por supuesto que se acuerda de mí. Quieren desprenderse del barco. No lo usan, el está viviendo y trabajando en La Plata y Daniel continua en Mar del Plata, Razón por la que les cuesta mantenerlo. En fin… yo no contaba con el dinero, pero podría juntarlo seguro que era candidato. Saludos y deseos varios de prosperidad fin del capítulo.
Y llegamos al 2023.
habíamos programado unas minivacaciones a la feliz con mi señora e íntimamente con la secreta esperanza de ver al barco en algún lugar: ya sea en algunos de los clubes del puerto (Centro Naval, Y.C.A. o CNMP), pero mi hijo mayor por otras actividades había efectuado un rastreo y nadie sabía del grumete. Me quedaba la sensación de que Daniel lo tuviera en su casa, pues por lo que sabia era bastante espaciosa como para tener un grumete.
Igualmente, quería ver al matrimonio, después de tantos años de ausencia. Daniel me había invitado cuando estuviese en Marpla y no podía desaprovechar la oportunidad y sacarme el “entripado”.
Antes del viaje hablé con su esposa Adriana, y le comenté que iríamos a saludarlos con motivo de la minivacación, a lo que gustosamente accedieron. Cuestión que llevamos unos entremeses y nos fuimos a verlos. Ellos se encuentran bien, felices de estar en un lugar tan bello y a razonable distancia del farrago ciudadano.
De la charla y reencuentro salió el tema del barco: y me dice: la verdad es que no sé qué hacer con el….
Esta guardado en un galpón y protegido. ¿ vos lo querés comprar ?
-por supuesto, fue la inmediata respuesta.
-bien, anda a verlo y seguimos hablando.
Adriana me pasó por google el lugar. Milagro…!!! El barco está en un predio a unas treinta cuadras de nuestro lugar de tareas: la fábrica de repuestos de calderas en Ituzaingó.
Todo fue localizar el lugar y fuimos con Lisandro a chusmearlo. A ahí fue un todo uno de hacerle una propuesta a Daniel, quien accedió de buen grado.
Este sitio es un galpón pegado casi a la autopista del Buen Ayre, propiedad del sobrino –un muchacho encantador que también navega en su CP 30- y cuya actividad es la comercialización de repuestos de Land Rover.
Verdaderamente Daniel le hizo una gran tarea de restauración, y con la ayuda de un veterano carpintero de Mar del Plata. Juntos cambiaron tracas de aparadura y tapa de sobrequilla, además de gran operativo en el forro.
Hay mucha leyenda en la construcción del “guerrero”. Parece ser que Vera y Sampayo pesaban los tramos de forro y concentraban las secciones más consistentes, desplazando hacia proa y popa las más alivianadas. Entre otras cosas… soberbia la cubierta hecha en teka con trancanil barnizado. Cockpit redondeado en popa, al igual que el tanteo y Taita.
Habrá que hacerle algunos arreglos, pero esta todo como fue concebido hace cincuenta y cinco años por esos prodigios que se llamaron los Schenone, Esteban Vera y Sampayo.
Carlos Mario Garcia
enero 2024
Social Chat is free, download and try it now here!